Los padres de familia cada vez están más interesados en dominar buenas estrategias comunicativas que les permitan construir con sus hijos una buena base para sus relaciones afectivas.
La cultura dentro de la família en su aspecto más común comparte una parte con la sociedad a la que pertenecemos, pero también posee un carácter propio que se construye dentro del propio núcleo familiar. La familia tiene una serie de valores, normas, pautas y principios que dentro del seno familiar dictan la conducta.
Dialogar es un proceso de carácter horizontal en el que los actores intercambian permanentemente sus papeles, de forma que el emisor se convierte en receptor y viceversa durante el transcurso del diálogo.
El diálogo facilita las relaciones de auténtica comunicación en la medida en que se amplía el conocimiento de todo lo que envuelve a los participantes. Para los miembros de una familia supone la posibilidad de no quedarse al margen de las otras esferas sociales de la vida de cada uno.
En la comunicación con los hijos, la mayoría de padres utilizan un discurso de tipo informativo, vertical y unidireccional, desde un emisor que está por encima a un receptor que está por debajo, se utiliza con frecuencia los sermones, y a los hijos no les queda lugar para decir nada.
Debemos construir desde la comunicación, desde el diálogo, una buena práctica y así procurar las condiciones más favorables para que se produzca la transmisión efectiva de valores, ya que a través del diálogo y la convivencia, padres e hijos se conocen mejor, ambos conocen las perspectivas de ambos, sus sentimientos, etc. Si el diálogo es importante en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación en la familia, ésta está guiada por los sentimientos, nos ayuda a establecer contacto con el otro, a dar o recibir información y así expresar aquello que queremos decir, ya sean ideas, sentimientos o sufrimientos. La comunicación ayuda a fortalecer el apego en la familia y entre sus miembros.
No obstante, todo el diálogo tiene que tener una posibilidad de réplica; es decir, recoger un argumento y poder aportar otro, sin imponer autoridad por ninguna de las dos partes.
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